El Costado abierto de Cristo y la Iglesia

 

El Costado de Cristo en el que Tomás metió su mano es el mismo que había sido atravesado por la lanza del soldado y del cual salió sangre y agua (Jn.19,34). Y, al salir esta “sangre y agua”, la Iglesia nació del Costado de Cristo. De este modo, por su pasión y muerte, Cristo forma la Iglesia de su propio Costado, a fin de que su presencia resucitada pueda manifestarse al mundo. Por voluntad de Dios, la Iglesia se convierte en sacramento o signo de Cristo en la tierra. Como Cuerpo de Cristo se convierte en el lugar de encuentro entre Dios y la humanidad: entre el Creador y las criaturas, entre el Redentor y los redimidos. Y al igual que fue invitado Tomás a ”ver y creer” mediante la experiencia de Cristo resucitado en su cuerpo glorificado, todas las gentes son también invitadas a ”ver y creer” mediante la  experiencia de la misma presencia de Cristo resucitado en su Cuerpo místico, la Iglesia.

 

San Juan Pablo II, homilía en el aeropuerto de Fairbanks(Alaska), 2 de mayo de 1984.