Anda

¡Cuántas, cuántas veces te he oído esa palabra en tu evangelio; cuántas veces la debes  repetir en tu Sagrario!

Ese Anda era casi la única condición que ponías al agradecimiento de los beneficiarios por tus milagros.

Es para hacerme pensar y meditar muy despacio que al paralítico al que  das movimiento, al ciego y al leproso a quienes devuelves la salud, al muerto a quien das vida, o a  la pecadora a quien otorgas el más generoso de los perdones, al Apóstol a quien entregas el universo para convertirlo, todo el que pasa junto a Ti, sacándote virtud, le impones siempre este mandato: Anda

¡Cuánto dice esa palabra pronunciada en los momentos solemnes que seguían aquellas curaciones y operaciones estupendas!

                        El “Anda” de las Madres

 

¿Os habéis fijado en lo que hacen las Madres, sobre todo las Madres pobres cristianas, con sus hijos pequeños antes de mandarlos a la escuela?

Han rezado con ellos las oraciones de la mañana, los alabado y peinado, ha sustituido la ropita sucia o rota del día anterior con otra limpia y remendado a y después de darles el frugal desayuno y de prepararles la medien dicta en el canastillo que cuelgan del pedazo del pequeño escolar, estampando un beso sonoro en su frente, y … anda, hijo mío, les dicen, mientras los ven partir bañados en las oleadas de una mirada todo satisfacción y todo cariño.

                        El “Anda” del evangelio

 

Se parecen mucho a este otro anda de las Madres a sus hijos …

 

No es la palabra de las despedida para siempre, no es la repulsa del que fastidia, no, no es eso, es la palabra del Amor que ha terminado su obra y espera correspondencia, es la palabra de la complacencia no en el bien realizado sino en la felicidad del que lo ha recibido, es el deber sobreponiéndose al gusto, es el amor haciéndose principio y móvil de la actividad, es Jesús Madre despertando, paseando, curando, vistiendo, engalanando, alimentando y besando a sus hijos para que éstos vayan cada día con nuevo gusto al surco que les toca labrar … A la siembra que les toca hacer … A la cosecha que les toca recoger …

En almas de fe, que por misericordia de El estáis en pie y sentís en el alma las Santas impaciencias del celo que quiere andar, o los penosos decaimientos de la flaqueza humana que no quiere seguir andando, tomad este consejo que brota quién conoce un poquito o a El y os quiere mucho a vosotros:

No eches a andar por ningún camino ni dejéis de andar por el que haya es comenzado mientras en vuestra Comunión de la mañana no oigáis el  anda del Jesús Madre que recibís.

Es decir, que el Sagrario sea el punto de partida y el punto de llegada de toda actividad. Ya veréis que bien se andan los caminos más escabrosos cuando al pisarlos, y aun al herirnos, podemos saborear allá adentro el anda del Jesús de la Comunión de aquella mañana …

Del libro de  San Manuel González, Obispo.
Que hace y que dice el Corazón de Jesús en el Sagrario.