El Corazón de Jesús está aquí

Llamo su atención, toda su atención, lector, quien quiera que seas, sobre la ocupación primera que he descubierto del Corazón de Jesús.

Así, estar y no añado ningún verbo que exprese un fin, una manera, un tiempo, una acción de ese estar. No te fijes ahora en que estaba allí conservando, iluminando, curando, alimentando …, si no sólo en que está.

Pero ¿es una ocupación?, me argüirá  alguno. ¡Sí parece que estar es lo opuesto a hacer!

Y, sin embargo, te aseguro, después de haber meditado en  ese verbo aplicado al Corazón de Jesús en su vida de Sagrario, que pocos, si hay alguno, expresarán más actividad, más laboriosidad, más amor en incendio que ese verbo estar.

¿Vamos a verlo?

Estar en el Sagrario significa venir del cielo todo un Dios, hacer el milagro más estupendo de la sabiduría, poder y amor para poder llegar hasta la ruindad del hombre, quedarse quieto, callado y hasta gustoso, lo traten bien o lo traten mal, lo pongan en casa rica o miserable, lo busquen o lo desprecien, lo alaben o lo maldigan, lo adoren como a Dios o lo desechen como mueble viejo … Y repetir eso mañana, y pasado mañana, y el mes que viene, y un año, y un siglo, y hasta el fin de los siglos … Y repetirlo en este Sagrario y en el templo vecino y en el de todos los pueblos … Y repetir eso entre almas buenas, finas y agradecidas y entre las  almas tibias, olvidadizas, inconstantes y almas frías, duras, pérfidas, sacrílegas …

Eso es estar  el Corazón de Jesús en el Sagrario, poner en actividad infinita un amor, una paciencia, una condescendencia tan grandes por lo menos como el poder que se necesita para amarrar a todo un Dios al carro de tantas humillaciones.

¡Está aquí!

¡Santa, deliciosa, arrebatadora palabra que dice a mi Fe que todas las maravillas de la tierra y todo los milagros del evangelio, que da a mi esperanza la posesión anticipada de todas las promesas y que pone estremecimientos de placer divino en el amor de mi alma!

Está aquí

Sabedlo, demonios que queréis perderme, que tratáis de sonsacarme, enfermedades que pone tristeza en mi vida, contrariedades, desengaños, que arrancáis  lágrimas a mis ojos y gotas de sangre a mi corazón, pecados que me atormentáis como vuestros remordimientos, cosas malas que me asediáis, sabedlo, que el Fuerte, el Grande, el Magnífico, el Suave, el Vencedor, el Buenísimo Corazón de Jesús está aquí, ¡aquí en el sagrario mío!

Padre eterno ¡bendita sea la hora en que labios de vuestro Hijo unigénito se abrieron en la tierra para dejar salir dejar salir estas palabras:” Sabed que yo estoy todo los días con vosotros hasta la consumación de los siglos ”

Padre, Hijo y Espíritu Santo, benditos seáis por cada uno de los segundos que está con nosotros el Corazón de Jesús en cada uno de los Sagrarios de la tierra.

Del libro de San Manuel González, Obispo.
Que hace y que dice el Corazón de Jesús en el Sagrario.